Llevamos una semana bajo la sombra del virus de la influenza porcina. Como mencioné anteriormente, al principio todos (menos la ñoña de mi hermana) soltamos un «hooray!» porque se suspendieron las clases. Pero ahora, con medidas como el cierre de antros, cafés, cines, bares y otros tugurios, no queda mucho por hacer en la ciudad y ya no estamos tan contentos (menos mi hermana ñoña porque le dejaron tarea en la facultad y le van a reponer sus clases y está encantada).
Como es el tema en boga y toda la cobertura nacional se dedica expresamente a este terrible, terrible mal, la H.H. caja de petri, siempre presta al servicio de la comunidad, les trae:
Las 10: realidades sobre la influenza (que los medios no te dirán)
1. La influenza porcina se transmite de humano a humano. Así que está bien, puedes saludar de beso, digamos, al cerdo del amigo de tu primo y no te va a pasar nada (quizá te hará pasar un mal rato, pero nada que te lleve al hospital).
2. Es una descarada mentira eso que decimos cuando estamos hasta el cuello de chamba de que «queremos vacaciones»; la influenza porcina lo ha demostrado, puesto que estamos aquí, forzados a tomarnos un descanso y todos nos quejamos amargamente del ocio y del tedio que nos da, en vez de aprovechar que estamos en casa para, qué sé yo, aprender algo nuevo o arreglar esos cajones que tienen meses escupiendo ropa [y sí, me mordí la lengua]
3. El nivel de ocio y la cantidad de tiempo libre que la persona promedio posee es directamente proporcional a la cantidad de comida que ésta ingiere e inversamente proporcional a la cantidad de ejercicio físico/consumo de calorías de la persona. O al menos, en mi caso.
4. La influenza es el nuevo chupacabras – not. Como un proceso natural del exceso de tiempo libre, a algunos les ha dado por pensar que todo esto de la enfermedad es en realidad un mito. O peor aún, una conspiración del gobierno (al que le estaría costando millones de pesos su «teatrito») para vender el país a los Estados Unidos, acordado tras la visita de Obama y con la aprobación de todos los demás países … y cosas así. No muchachos. No. La enfermedad es verdadera. No traten de probar su punto lamiendo los fierros del metro ni besando extraños en el metrobús ni tosiéndole en la cara a la gente por que sí, por favor.
5. Y por la onda de la pandemia, a algunos les ha dado por hacer compras de pánico, por eso de que se va a acabar la comida y nos vamos a terminar comiendo a nuestras mascotas, hijos y después, a las ratas. El gobierno dice que garantiza el abasto. Yo me dejé llevar por lo de la compra de pánico y compré mucho helado, papas y chocolates, y estoy pensando seriamente en abastecerme de cigarros, alcohol y otros productos de primerísima necesidad.
6. Como no hay que salir porque el virus se esparce rápida y efectivamente, no hay necesidad de bañarse. Yo no me he bañado desde el ¿lunes, martes? No podría decirlo con exactitud. Ahora, si los ¿18? millones de habitantes de la ciudad adoptaran esta medida, imagínense la cantidad de agua que nos ahorraríamos. ¡No se bañen, cuíden el ambiente!
7. Y hablando de comida, eso de no comer puerco por lo del virus… está mal. Dios nos dio a los puercos por una razón, y esta es que son deliciosos. Bueno, también son simpáticos y divertidos y tienen la cola enroscada y hacen uno de los sonidos más maravillosos de la naturaleza, pero ése no es el punto. El punto es que ha bajado el consumo de la carne de cerdo y eso es terrible. Yo no soy tan fan de la carne roja y en realidad estoy en contra de que torturen a los animales en los rastros y me gustaría vivir de ensalada, pero vamos, esa soy yo. A la mayoría de la gente le encanta y no es plan dejar que la carne se quede, se desperdicie y los cerdos mueran impunemente. Tampoco apoyo el consumo indiscriminado de cerdo a fin de venganza. El virus no es culpa suya, sino del niño ése que lamió a uno de esos pobres, pobres chanchitos (ver cadena electrónica, seguro en su bandeja de entrada). Yo digo que a darle al niño y a comer puerco si eso se nos antoja.
8. La influenza es pro-microempresario. Elaboro: no falta el vivo que está vendiendo cubrebocas de a 10, 30 o 50 pesos la unidad. O el que está haciendo «su agosto» revendiendo productos que escasean, como desinfectantes. O la viva, como mi hermana, mandando este mensaje a sus conocidos y amigos por el msn: si no me das 100 pesos ahora mismo, te dara influenza… te recomiendo que lo hagas por tu bien, te lo digo por tu salud. Dice que alguien caerá. Can’t wait.
9. La influenza es un vector de la discriminación, el miedo y la ignorancia. Algunos países en penosas condiciones (no diré nombres, latitudes, nacionalidades, colores de banderas ni nada por el estilo) están cerrando sus fronteras con México, mientras que países tradicionalmente mam… es no han sentido la necesidad de hacerlo. ¿Por qué? Pues porque les da un sentido de importancia y quizá una oportunidad de aplicárnosla por perseguir a sus narcos y eso a los pequeños. Y porque a los grandes no les damos miedo. Y hablando de miedo, qué miedo que los Chinos nos envíen cubrebocas… mal hechos y baratos, eso sí, pero mal hechos al fin.
10. Y por último, pero no menos importante, están los zombies. El gobierno lo niega, pero la influenza da lugar a zombies con instintos asesinos que invadirán tu jardín y se comerán a tu mamá, tu novio o novia y a tu perro y se comerán sus incipientes cerebros. Desgraciadamente, aunque hay cura para la influenza, no hay cura para los zombies. La única forma de acabar con ellos es, bueno, como se ve en las películas de zombies: disparándoles, prendiéndoles fuego y cortándolos por la mitad. Es importante aclarar que los zombies no mueren, porque en realidad están no-vivos. Como un virus, que no está vivo pero que se replica, el zombie busca perpetrar su estado de zombie mordiendo a humanos sanos, y busca subsistir consumiendo cerebros. Las recomendaciones de salubridad básicas son:
- Lavarse las manos
- Evitar las mordeduras de zombies
- En caso de mordedura, amputar el miembro lo más rápido posible – a fin de evitar que el mal se esparza por el cuerpo
- En caso de zombies, se recomienda encerrarse en casa y matarlos. No se debe correr a lugares deshabitados, cementerios ni automóviles.
- Si algún amigo o familiar se vuelve en zombie, la recomendación es tratarlo como a cualquier otro zombie, es decir: acabarlo. Es importante recalcar que se encuentra en estado de zombie. No es tu amigo y no te va a reconocer; sólo quiere tu cerebro. Huye.
- Por último, siempre es necesario tener un refugio anti-zombies al cual tú y tus seres queridos puedan dirigirse. Y un Chac-Mool en la entrada. Dicen las investigaciones más recientes que eso los aleja (sobretodo a los zombies mayas).
La H.H. Caja de Petri, al servicio de la comunidad
lo que los expertos opinan…